Sin duda, hoy no celebramos, aún no; pero lo haremos algún día.
¿cELEBRAMOS EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER?

Micaelha escucha atenta las conversaciones, mientras me oye coordinar por teléfono con las chicas de la Red (RMI). Ella es una niña de 9 años y me pregunta – mami, por qué se celebra el Día de la Mujer? - Entonces pienso un poco y ordeno mis ideas para darle una respuesta. Mica está en una etapa de “elaboración de pensamientos” y en esta etapa, todo lo que le vaya a decir u omitir, seguramente la marcarán de por vida. 

En eso, respiro, sonrío y me doy cuenta que en verdad el 8 de marzo no celebramos el Día Internacional de la Mujer, sino más bien, es un día para rememorar la reivindicación de nuestros derechos y que aún estamos lejos de “celebrar”. Por el contrario, es un día que nos recuerda que tenemos luchas pendientes.

De pronto, una serie de informaciones me invaden, entre ellas un artículo que leí hace poco sobre Brasil, donde se manejaba la escalofriante cifra de que cada 11 minutos, una niña es violada. De pronto tengo mi pensamiento inundado de más cifras, recordándome que, aún en el mundo, solo el 19% de los parlamentos es liderado por mujeres. Que sin ir muy lejos, en Puerto Maldonado, solo el año pasado más de 300 jóvenes y niñas fueron víctimas de trata y comercio sexual. Asimismo, las niñas rurales que representan el 15% de la población total, tiene limitado acceso a educación, salud y servicios básicos de calidad. También, viene a mi memoria las cifras de un afiche que se publicó en La República, donde se indicaba que por cada hombre analfabeto, existen 3 mujeres analfabetas. Que, el trabajo doméstico, ejercido mayoritariamente por mujeres, no es remunerado. Que las mujeres percibimos en promedio, un salario inferior al de los hombres por la perpetuación de la división sexual del trabajo que aún impera. Y ni qué decir de los embarazos en adolescentes que, año a año se incrementa, ya sea producto de violaciones o de una restrictiva educación sexual y así sucesivamente, una serie de datos con un etcétera que le continúan.

Nuevamente, respiro profundo y muy hondo hasta sentir el aire erizado que circula por mi garganta, y que a pesar de lo difícil que se pinta la realidad para las mujeres en el Perú, no me atrevo a transmitirle todo eso a Mica. La miro a los ojos y le digo que, aún no celebramos el día de la mujer, que conmemoramos las luchas de otras mujeres que murieron para que hoy tengamos la libertad que gozamos, que reivindicamos nuestros derechos ganados en esas luchas. Mica me mira, entre preocupada e incrédula y con el impulso de las preguntas que ahora la secuestran más a menudo (lo cual es positivo y va creando sus propios conceptos de la realidad), vuelve a interrogar diciendo – qué antes no era como hoy?- entonces la volví a mirar a los ojos, que le brillan como si hubiese cabido allí todas las estrellas del universo, le respondo que NO, antes era un poco complicado para las mujeres, tanto así que no podían por ejemplo votar, no podían elegir ni ser elegidas en elecciones (esto es un acontecimiento relativamente nuevo en la historia, recién hace 63 años que podemos participar en elecciones). Mica sonríe, y en parte me alivia que lo tome más “deportivamente”, paso mi saliva contenida, mientras la brisa del mar nos envuelve como recordándonos su fuerza y el de la naturaleza a la que pertenecemos.


Vuelve la pregunta

Vuelve la pregunta y dice – pero, yo quiero ser presidenta, cómo hago mami? – le doy un beso en la frente y le digo que “por supuesto, tu puedes ser lo que quieras ser y lo serás”, me abraza. 

Llegamos a casa y mientras la Pili (nuestra perrita), nos saluda efusivamente como sólo ella sabe; Mica la saluda, busca un lápiz y papel, se sienta y esgrime una frase de María de Sayas qué encontró en un escrito que señala: “porque las almas no son hombres ni mujeres… qué razón hay para que ellos sean sabios y nosotras no lo podamos ser?”, luego me comenta – ésta será mi frase por el Día de la Mujer- sonríe nuevamente, me pide que le tome una foto; en tanto, yo no pienso más que en la profundidad de sus labios como un universo de esperanzas que se tejen en cada fibra de sus tejidos, hasta que regreso de aquella introspección y la abrazo con mis ojos.

Sin duda, hoy no celebramos, aún no; pero lo haremos algún día. ¡Mucha lucha este y todos los 8 de marzo que se vienen!... No celebramos, hoy conmemoramos!